Norberto Román Román, Portavoz Mesa Multisectorial del Bosque Modelo
Nuestro archipiélago borincano enfrenta otra grave emergencia ante la impresionante actividad sísmica en la zona suroeste. Los municipios afectados tienen una importancia vital para el resto del País. No solo contienen importantes cuencas hidrográficas, reservas forestales y agrícolas, todas críticas para la vida. También representan una de las zonas más empobrecidas por la inequidad que existe en nuestro país. El 99% de los municipios tristemente afectados conforma parte del importante corredor ecológico y de desarrollo sustentable que conocemos como el Bosque Modelo de Puerto Rico.
Con gran pesar denunciamos que en esta seria emergencia, las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y las comunidades caminan nuevamente en una dirección cuando el Estado continúa caminando en la dirección contraria. Muchos pensamos que tanto el gobierno central como los municipales aprenderían de las difíciles lecciones que nos dieron los huracanes Irma y María. Lamentablemente, eso no sucedió. Ambos entes gubernamentales han fallado nuevamente durante esta emergencia sísmica. Han repetido los mismos errores de desorganización e ineficiencia en su respuesta ante la emergencia, en la distribución de los suministros y en respetar la sabiduría que nació del pueblo para enfrentarla.
Desde la madrugada del 7 de enero, cientos de líderes comunitarios ejecutaron sus planes de desalojo; organizaron decenas de campamentos con sus residentes, familiares y amigos; identificaron los daños en y fuera de sus comunidades; se abrazaron unos a otros y así salvaron miles de vidas. Luego notificaron al gobierno y al mundo. Inmediatamente miles de voluntarios de las ONG se activaron, identificaron fortalezas y necesidades, establecieron centros de acopio, distribuyeron suministros a los campamentos, coordinaron brigadas de carpinteros, de sicólogos, de artistas, de médicos e ingenieros. En fin, se convirtieron en manos amigas, en abrazos, en oídos para escuchar y hombros donde llorar.
Frente al destrozo y el temor colectivo causado por los sismos, el gobierno central y los gobiernos municipales establecieron refugios gigantescos con cientos de personas, sin vínculo alguno de unos con otros, salvo el temor por sus vidas. Les mantienen como masa amorfa de gente, expuesta al terror de las réplicas sísmicas, en una espera indeterminada y tratados con un enfoque totalmente asistencialista. Por el contrario, la respuesta de las comunidades fue establecer campamentos de pequeños grupos de vecinos, cerca de sus propiedades, lejos de áreas de tsunamis, pero en un entorno que les provee una relativa seguridad. En ellos cuidaron de los más frágiles… sin tiempo para discursos, ni retórica, sin retrasar la entrega de medicamentos, pañales, alimentos o agua porque falte algún “político importante” en la foto. En los campamentos comunitarios dialogan, identifican recursos internos y externos, priorizan necesidades, reparten tareas, comparten sabiduría con campamentos vecinos, establecen redes de apoyo, se organizan.
Esta ha sido una respuesta civil heroica y muy adecuada para una emergencia ante la cual nadie estaba completamente preparado. No obstante, estas iniciativas comunitarias han enfrentado el discrimen y el maltrato de políticos como el presidente del Senado. Sus desafortunadas expresiones contra los heroicos líderes de los campamentos comunitarios reflejan la verdadera opinión que tienen del pueblo. Recogen los más profundos miedos de viejas y desgastadas formas de gobernar que tanto daño nos han hecho. Esta anticuada camada de políticos le tiene terror a que el pueblo se organice en formas creativas, donde le confronte, le exija transparencia, acceso a la información y le haga responder por sus actos.
Los que “tenemos sed y hambre de justicia” hacemos el llamado a crear nuevas formas de gobernanza. Nuevas estructuras de poder decisional y fiscal donde se integren tanto a los líderes de las comunidades como a las organizaciones que las sirven. Nuestro llamado es que todas y todos juntos usemos criterios de equidad y justicia al establecer las prioridades del presupuesto, al reorganizar el gobierno y en la implantación de las políticas públicas. Afirmamos que ningún plan de desalojo masivo estará completo sin la efectiva integración de los líderes comunitarios y las ONG que las sirven en dicho plan. Alertamos del desplazamiento de comunidades ancestrales como parte de planes de reconstrucción excluyentes y en detrimento de las mayorías empobrecidas del País. Rechazaremos cualquier plan de reconstrucción que no contemple la protección de tan importantes suelos agrícolas y ecológicos, así como sus vitales cuencas hidrográficas. Solo con comunidades resilientes y sostenibles se logrará la verdadera reconstrucción de Puerto Rico.
La Mesa Multisectorial del Bosque Modelo de Puerto Rico, con sus 34 organizaciones integrantes y en unión a una infinidad de organizaciones comunitarias, estamos construyendo el país que queremos y merecemos. Constrúyelo para ti y tus hijos e hijas.