¿Pueden el abundante sol y la determinación de las mujeres liberar el potencial de energía renovable de Puerto Rico?

Por: Coraly Cruz Mejías, Senior Reporter

[Publicado en Global Press Journal en inglés y español]

OROCOVIS, PUERTO RICO — Una vez al mes, Yadira Sánchez Fuentes desciende sin miedo cascadas y cavernas resbaladizas, a menudo siendo la única mujer entre un grupo de personas aficionadas a la exploración de cuevas. El resto del mes, con esa misma fuerza, sonrisa y sensación de satisfacción, la mujer de baja estatura y cabello castaño se sube a los techos con confianza para ayudar a instalar paneles solares, afrontando simultáneamente dos problemas obsoletos: la red energética de Puerto Rico y los estereotipos de género.

“Tenemos que crear líderes, no seguidores”, dice la mujer de 44 años de edad.

Más de cuatro años después de que el huracán María devastara la región, Puerto Rico sigue luchando con apagones crónicos y una deuda millonaria. La burocracia y la pandemia han retrasado las soluciones políticas y económicas. La crisis actual ha alimentado el interés por aprovechar tanto el poder de la energía renovable como el poder de las mujeres, que representan más de la mitad de la población de Puerto Rico pero menos de una décima parte del total de las personas que se dedican a la ingeniería.

Adjuntas, un pueblo montañoso en la parte central de Puerto Rico, tiene una población de unas 18,000 personas y un sistema de paneles solares que provee electricidad a varios negocios, un centro de emergencia y más de 200 hogares. Casa Pueblo, una organización de conservación ambiental basada en ese municipio, funciona con energía solar desde 1999.

Después de que el huracán aislara a la región de la red eléctrica central, su independencia energética se convirtió en un modelo para otras. Al ver que la población de mujeres era un recurso igualmente desaprovechado, Casa Pueblo y otras organizaciones no gubernamentales comenzaron a ofrecer oportunidades de entrenamiento a las mujeres que quisieran instalar paneles solares en sus propios hogares y comunidades.

Decenas de mujeres han aprendido a instalar paneles solares desde 2018. Uno de los programas de capacitación se encuentra en el Bosque Modelo Nacional de Puerto Rico, una organización comunitaria que administra una huella ecológica de alrededor de 390,000 cuerdas y ha capacitado a 51 mujeres mediante su curso de tres meses que se enfoca en la instalación de paneles solares.

Instalación de 12 paneles solares

Coraly Cruz Mejías, GPJ Puerto Rico

Estas mujeres, entre las que se encuentran Sánchez y Eva Campbell, actualmente trabajan para inspirar a otras y crear modelos de negocio para ampliar sus esfuerzos. Quieren hacer de esta una profesión viable para más mujeres puertorriqueñas y ayudar a que las zonas de bajos ingresos sean más resistentes a las fallas de la red eléctrica.

A pesar del soleado clima caribeño de Puerto Rico, la Autoridad de Energía Eléctrica depende actualmente en más de un 95% de combustibles fósiles para sus casi 1.5 millones de clientes, según un análisis de la Administración de Información Energética de Estados Unidos.

“Aquí tenemos recursos renovables de viento, sol, mareomotriz”, dice Loraima Jaramillo, gerente de programas del Consejo Interestatal de Energía Renovable y del Acelerador de Empresas de Energía Solar de Puerto Rico, proyectos que apoyan los esfuerzos comunitarios de conseguir financiamiento para proyectos de energía solar.

Pero la tecnología solar es costosa. La instalación de paneles solares cuesta entre $12,000 y $30,000, dice Jaramillo, y la instalación y el mantenimiento requieren experiencia significativa. No es un precio asequible en Puerto Rico, donde el ingreso medio de los hogares es de $20,539 al año. No todas las personas residentes tienen las condiciones necesarias para ello si, por ejemplo, viven en apartamentos o casas alquiladas, dice Jaramillo.
ARTÍCULO RELACIONADOTorres de comunicación provocan indignación a medida que la construcción invade comunidades

No obstante, la Ley de Política Pública Energética de Puerto Rico de 2019 establece que el 40% de la energía consumida deberá provenir de una fuente renovable para 2025, y el 100% para 2050. Según los estimados más recientes de la Administración de Información Energética de Estados Unidos, el porcentaje es menos de 5% actualmente, entre una combinación dispersa de iniciativas solares, eólicas e hidroeléctricas.

Esto representa una oportunidad de crecimiento.

“Tenemos las destrezas, tenemos la fuerza y si no lo tenemos, lo hacemos juntas”, dice Campbell.

Pero las mujeres se enfrentan a retos de todo tipo: burocráticos, culturales y económicos. El sector de la energía solar es joven y está dominado por hombres, con escasas oportunidades de trabajo a tiempo completo, sobre todo para personas entrenadas, pero no certificadas oficialmente.

“Es un campo bien hostil, en el cual se requiere mucha fuerza física y mucha fuerza emocional, esta perspectiva de que las mujeres somos débiles, somos emocionales, de que somos menos fuertes”, dice Dariana Matei Ramos, coordinadora comunitaria del Bosque Modelo Nacional.

Incluso después de recibir entrenamiento, las instalaciones de paneles solares que realizan las mujeres deben ser supervisadas por una persona con un grado en ingeniería eléctrica o un perito eléctrico, lo que dificulta que trabajen de forma independiente y sean contratadas.

También hay falta de confianza por parte de posibles clientes. Desde 2018, se han presentado cerca de 500 quejas de consumidores ante el Departamento de Asuntos del Consumidor de Puerto Rico contra empresas de instalación de paneles solares, citando conexiones lentas, instalaciones incompletas, materiales de mala calidad y otros problemas.

Herramientas para la instalación de paneles solares

Coraly Cruz Mejías, GPJ Puerto Rico

En octubre, el gobernador Pedro Pierluisi anunció que se utilizarán $300 millones del Programa de Instalaciones Comunitarias para la Resiliencia Energética y de Abastecimiento de Agua del Departamento de la Vivienda de Puerto Rico para ayudar a las personas con recursos limitados a hacer la transición a energía renovable. El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de EE. UU. asignó los fondos como parte del Programa de Reparación, Reconstrucción o Reubicación de Viviendas.

Las mujeres que han terminado el entrenamiento en energía solar consideran ahora que la organización es una prioridad absoluta, para animar a más mujeres a buscar oportunidades en sectores tradicionalmente dominados por hombres.

Por sí solas, las clases básicas no son suficientes para que las mujeres puedan desempeñarse profesionalmente en la industria de la energía solar, dice Frances Berríos, presidenta del Colegio de Peritos Electricistas de Puerto Rico. Hace falta aún más preparación especializada y fortaleza para enfrentar los retos que puedan surgir.

“La gente trata de sacarte de eso porque no es socialmente aceptado. Si alguien tiene ese interés pues lo desaniman”, dice.

Ahora, algunas mujeres están tomando cursos adicionales y certificaciones con la meta de crear sus propias compañías para demostrar su peritaje y ser más competitivas dentro del campo.

“Fácil no es, hay machismo”, dice Sánchez, “pero tienen que meter mano e ir educando”.

Corrección: Una versión anterior de esta historia identificó erróneamente el cargo de Loraima Jaramillo. Jaramillo es gerente de programas del Consejo Interestatal de Energía Renovable y del Acelerador de Empresas de Energía Solar de Puerto Rico. Global Press Journal lamenta el error.

Coraly Cruz Mejías es reportera de Global Press Journal, establecida en Puerto Rico. Comuníquese con ella en Twitter y Facebook, o por correo electrónico.

NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN: María Cristina Santos, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.